jueves, 22 de julio de 2010

La conversación de Violeta

Violeta quería a alguien con quien conversar aquella noche de lluvia. Los relámpagos en el cielo nublado iluminaban la sala de la casa de lóbrego aspecto. Se sentían las gotas caer en el techo, y se oía el débil sonido del reloj mientras el segundero avanzaba. Violeta quería a alguien con quien conversar…

Al pie de la escalera se encontraba la chica, abandonando su espacio con los ojos llenos de lágrimas melancólicas sin tener con quien poder hablar. Y en un último y desesperado intento de provocarse el llanto triste que tanto anhelaba regalarse, rompió a llorar de rabia e impotancia por estar tan sola y tan llena de palabras para decir; palabras que se desaparecían en su garganta, tal como si las tragara, una a una. Y de pronto se escuchó:

–Ven, conversa conmigo –dijo una voz en la penumbra de la sala.

Obscuridad y vacío. No había nadie más en aquella casa que Violeta supiera. Quizás alucinaba, quizás necesitaba tanto el conversar con alguien que comenzaba a oír voces. Sin embargo, se preguntó quien le había hablado. Era posible que no hubiera imaginado aquella voz, que alguien sí estuviera allí, aunque de alguien del más allá se tratase, y quisiera hablar con ella. No tuvo que formular pregunta alguna pues poco a poco iba obteniendo la respuesta; pero se atrevió a interrogar con voz temblorosa al negro silencio de su casa aparentemente vacía:

–¿Quién eres? ¿Mi conciencia?

–No –respondió la voz cortante–. Soy tu soledad.

1 comentarios:

Anónimo dijo...
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