domingo, 1 de agosto de 2010

El baile de la marioneta

No converso y no observo. No olfateo y no puedo escuchar. Solo siento. Soy de tu boca y tus ojos. Soy tu nariz, tus oídos. Me haces sentir. No puedo caminar si tú no lo permites. Bailaré al ritmo de tus compases por siempre. Estoy condenado a ser lo que tú quieras sea. Dulce condena.

Me sientan tan bien tus besos cuando el acto sale a la perfección, y en mis noches de desconsuelo, pienso que me enamoro de aquella que me manipula todos los días. Magna artista, talentosa y bella. Y yo, perdiendo el tiempo. Sostenido a los hilos, pendo de tu amor. Agradezco no tener un corazón para que no puedas romperlo. Desgarra mis ropajes y sentiré menos dolor. Mi cabeza falsa podrás arrancar y yo aún te seguiré amando… porque soy yo.

Es duro estar condenado a ser “uno mismo”, y esa es mi condena, ser yo mismo. Y parte de ser yo mismo es amarte a ti. A ti que me regalas la vida y los sentidos cada día con tus magníficos actos. A ti mi dulce artista, la que me hace depender del movimiento de sus manos.

Soy de mentira, lo sé. Pero tu magia me hace sentir tan real. Y puedo llegar al éxtasis cuando escucho la voz que anuncia el turno de “el baile de la marioneta…”

0 comentarios:

Publicar un comentario

Anuncios